Una segunda confusión de las lenguas: Ferenczi, Laplanche y la vida social
Mi amigo Marlowe tiene cuatro años. Jugamos mucho juntos. A ve- ces jugamos como harían dos niños; nos perseguimos por toda la casa y luchamos. A Marlowe le encanta dominarme por la fuerza. Tengo que defenderme o, si no, él no sentiría que realmente gana.